Comentarios del documental «Hasta los dientes»

WhatsApp Image 2018-09-25 at 2.06.54 PMEl día 27 de octubre de 2018, como parte de la gira de Ambulante denominada «La guerra contra el narcotráfico: una mirada desde el cine» en el Museo Memoria y Tolerancia, tuve la oportunidad de comentar el documental «Hasta los Dientes» de Alberto Arnaut.

A continuación, les dejo las palabras que compartí con la audiencia ese día, esperando que, si no han visto el documental, lo hagan lo antes posible.

Alberto Arnaut, quien es el director del documental que acabamos de ver, buscaba limpiar el nombre de Jorge y Javier, y al mismo tiempo, rendir un homenaje a sus vidas a partir de un largometraje.

Sin embargo, la realidad superó las expectativas del director y lo llevó a entregarnos un trabajo que nos muestra las consecuencias de una estrategia que se llamo “guerra contra el narcotráfico” en donde el Gobierno Federal en turno, decidió utilizar toda la fuerza del estado para combatir criminales.

En 2010, ni los policías contaban con las capacidades operativas para desarrollar esa estrategia, ni los militares contaban con la preparación necesaria para usar la fuerza en un contexto distinto al que supuestamente están preparados. Esto, son a grandes rasgos las consecuencias de lo que se conoce como la militarización de la seguridad pública y la policiación de las fuerzas armadas. Es decir, nadie hace lo que tiene que hacer.

Una estrategia de seguridad que utiliza a sus soldados y sus policías, como carne de cañón para dar resultados, esta mal.

Una estrategia de seguridad que no busca que sus policías sean mas cercanos a la ciudadanía para solucionar los problemas de una forma distinta, no sirve.

Una estrategia que busca, ante todo, mantener el famoso estado de derecho, más que la vida, la dignidad y la libertad de sus ciudadanos, es lo que hoy está matando a miles de mexicanos.

Una de las proezas del director, es que nos permite ver y escuchar todas las voces. Escuchamos a la familia de Jorge y Javier, a las autoridades involucradas en la investigación del caso, a los directivos del Tec de monterrey, a los reporteros, a los ciudadanos, a los compañeros de escuela, y a los victimarios. Que al final, también son víctimas. Víctimas de ordenes ambiguas, victimas de malos entendidos, victimas de intereses más allá de sus propias vidas.

Escuchamos en el documental «los muertos no hablan, los muertos no declaran», y eso le decían algunos mandos a sus soldados, después del 19 de marzo de 2010, eso cambio por “un delincuente vivo, es mejor que un civil muerto”, pero eso no basta. 12 años después de que inicio ésta estrategia ¿los militares ya están preparados para las tareas que desempeñan? ¿las policías ya están fortalecidas para atender las demandas de la ciudadanía? Esperaría que si, pero no es así.

Podríamos pensar que Jorge y Javier, solo estuvieron en el lugar incorrecto, en el momento menos oportuno. Pero ellos NO estaban en el lugar incorrecto, el ejército estaba en el lugar equivocado.  ¿Cómo te proteges de la prepotencia del que tiene el arma en mano como autoridad? ¿Cómo te proteges del que debería protegerte?

Y después, ¿cómo evitas que te desaparezcan? ¿qué manchen tu nombre y digan que eras un delincuente?

Escuchar todas las voces, nos hace darnos cuenta que, vivíamos y vivimos, en una sociedad victimizada. Todos somos víctimas. Pero también en una sociedad que criminaliza, que culpa. ¿a caso no fue lo que se hizo con Jorge y Javier? Ante un contexto donde se supone sólo los malos mueren, donde se debería matar a todos los criminales en lugar de llevarlos ante la “justicia” porque esta no sirve, no existe, es fácil pensar, que en una noche en la que el ejercito mexicano llevó a cabo una persecución de delincuentes, las personas muertas, aun dentro de una universidad, sean delincuentes, y se lo merecían porque iban armados hasta los dientes.

Como estudiante, sería fácil pensar, «seguro eran dilers», como ciudadano sería fácil pensar, «seguro andaban en malos pasos». Porque solo los malos mueren. Pero no fue así, no es así.

El caso de Jorge y Javier, debería hacernos reflexionar, primeramente, sobre cómo nosotros fortalecemos un discurso de violencia, de lucha y de combate entre buenos y malos, en donde antes de poner en el centro la vida y la dignidad de las personas, las culpamos por lo que les pasó. Lo hacemos con las mujeres que han sido violadas, con las mujeres golpeadas por sus parejas, lo hacemos con los 43 estudiantes de ayotzinapa y los miles de desaparecidos en este país, lo hacemos con cada noticia que vemos o escuchamos. Si le pasó, algo habrá hecho para que le pasara.

Pero no solo eso, debemos reflexionar sobre la estrategia que nuestros gobiernos utilizan para supuestamente protegernos. No lo están logrando, porque, o son sus mismos agentes, militares o policías los que nos violentan, o porque otros individuos, sin más autoridad que la de traer arma en mano, nos asaltan, nos despojan de nuestro patrimonio, o de nuestras vidas.

Una estrategia que pone en el centro mantener instituciones funcionando y no la vida de todos nosotros, no es mas que un instrumento para que los poderosos estén bien, y los ciudadanos de a pie nos rasquemos con nuestras propias uñas. Una estrategia que busca combatir criminales y no disminuir la violencia, entendiendo sus razones más profundas, porque de verdad, no son lo mismo, está destinada a fracasar.

Para Jorge y Javier, lo que podemos hacer, después de casi 9 años, es exigir justicia, reparación del daño a sus familiares, aunque ¿cómo repones la vida de dos personas?

Exijamos una disculpa pública del gobierno, aunque la próxima Secretaria de gobernación Olga Sánchez se ha comprometido a hacerlo el próximo año, pero también exijamos una disculpa pública de Felipe Calderón Hinojosa por haber iniciado esta estrategia, exijamos una disculpa de Cuauhtémoc Antúnez Pérez, a sus soldados y a la familia de Jorge y Javier, al Rector del Tec de Monterrey, por preferir cuidar las formas, y sobre todo, ante este escenario de transición política, exijamos todas las garantías posibles para que esto no se repita. De nada sirven los mejores mecanismos de atención a victimas, sino tenemos los mejores mecanismos para dejar de producirlas.

Generalmente, se guarda un minuto de silencio por aquellos que ya no están con nosotros. Pero, en esta ocasión les pido ponernos de pie, y en este acto simbólico, dar un fuerte aplauso en honor a la vida de Jorge y Javier, y el trayecto de sus familias en este viacrucis llamado búsqueda de verdad y justicia.

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