IDEAS REVUELTAS SOBRE MILITARIZACIÓN Y MILITARISMO

¿Por qué importa que los militares decidan en la vida pública de un país?

Durante la sesión del Seminario sobre militarización que organiza Intersecta, en la cual se me invitó a participar para hablar sobre militarización y militarismo, una de las preguntas que le dio sentido al intercambio de ideas fue ¿por qué nos debe preocupar el militarismo? es decir ¿Qué tiene de malo o de bueno que las instituciones militares estén sobre las civiles para llevar a cabo los proyectos gubernamentales?

Esa pregunta tiene una respuesta básica relacionada con los estándares democráticos de la región latinoamericana en los que, además de elecciones libres y periódicas y respeto y protección de derechos humanos por parte del Estado, se espera que las instituciones militares – dado su pasado represivo y asociado con gobiernos autoritarios – estén subordinadas al poder e instituciones civiles y su participación en tareas ajenas a las de defensa nacional tenga un carácter coadyuvante y no de sustitución de atribuciones.

Muchos de los peligros atribuibles a la participación política de las instituciones militares en la vida pública de un Estado radican en el pasado. En México, en contraste con otros contextos latinoamericanos, los eventos represivos en los que las Fuerzas Armadas se vieron involucradas y que tenían fines políticos han sido pocos y parecen no perdurar en la memoria colectiva. Posiblemente los más recordados son los asesinatos del 2 de octubre de 1968 y el llamado «halconazo» de 1971. En otros países, la participación política de las Fuerzas Armadas está asociada a Golpes de Estado, desapariciones forzadas, apoyo a regímenes autoritarios (de derecha o de izquierda) y a eventos represivos de tal magnitud que se han considerado como genocidios.

Esos ejemplos son todo aquello que se supone no es la democracia, pero también son todo aquello que desde una agenda de derechos humanos – que está ligada e inmersa con la democrática – no se puede tolerar de una de las instituciones más importantes del Estado como son las Fuerzas Armadas. Sin embargo, estas instituciones han vivido transformaciones duras que han modificado su forma de ver su rol en la sociedad, sobre todo ante la ausencia de «enemigos» externos que pongan en riesgo la integridad política y territorial de la «patria» a la que defienden en el cumplimiento de sus misiones y ante la fiscalización de sus acciones que han dado como resultado sentencias desde organismos jurisdiccionales que les han obligado a ser más trasparentes y a subordinarse al poder civil, aunque los resultados son cuestionables.

Pero ¿son estas transformaciones suficientes para asegurar que el pasado no se va a repetir? y en todo caso ¿estamos en la disposición como ciudadanía de permitir que el proceso de militarismo en este país siga su curso para dar el beneficio de la duda a la élite militar de México?

Lo anterior, a la luz de que en muchas ocasiones son las propias instituciones civiles, como el poder legislativo u otras secretarias de Estado, las que ceden atribuciones y aumentan responsabilidades a las instituciones militares bajo una premisa de eficiencia que no es comprobable y que asumen que el heroísmo y patriotismo con el que se adoctrina a sus integrantes es suficiente para cumplir proyectos gubernamentales y que, además, estas instituciones, las civiles, llegan a favorecer discursos y dinámicas militarizadas. Basta leer y escuchar frases como «combate a la pandemia», «combate al crimen organizado», «lucha contra la obesidad» o analizar los discursos del servicio público en los que se aspira a que el personal «de la vida» por los proyectos políticos en turno.

Y es aquí en donde personalmente caigo en cuenta de la importancia de evitar el militarismo mas allá de decir «no es democrático», porque la participación política de las instituciones militares en la toma de decisiones del Estado sobre las instituciones civiles, favorece las dinámicas militarizadas más allá de la actuación de los propios militares y eso hace el problema más grande y complejo.

La militarización, entendida como una dinámica de actuación en la se privilegian las dinámicas bélicas para la solución de problemas, los cuales son vistos siempre desde una perspectiva de amenaza o enemigo, ha permitido que la violencia aumente. Entender la militarización más allá de la participación directa de los militares en tareas ajenas a la defensa permite abrir el análisis sobre otras formas de militarización como la de las Policías y aquella que tiene que ver más con el discurso y la masculinidad hegemónica que se busca mantener como la única forma válida de atender problemas, sobre todo de criminalidad y violencia.

La militarización de las Policías implica que esas instituciones y sus integrantes, privilegian la utilización de tipos de fuerza que pueden generar mas riesgos sobre la integridad física de las personas – como la utilización de dispositivos u artefactos que puedan generar lesiones o armas de fuego – sobre técnicas para la solución de conflictos y estrategias de prevención del delito. Si sólo nos enfocamos en que los militares no deben realizar tareas de seguridad pública pero asumimos que sí se debe combatir a los grupos criminales, lo único que estamos haciendo es cambiar el color del uniforme de quienes van a seguir manteniendo la misma dinámica que propicia violaciones graves a los derechos humanos. Un gatopardismo.

En contextos como El Salvador y Guatemala, por ya no hablar de Mexico, después de los conflictos armados internos que se vivieron en estos países, se decidió establecer instituciones de seguridad civiles. Sin embargo, su diseño y conformación se vio en exceso influido por la élite militar del momento, lo cual propició que su actuación fuera más encaminada a la de una Policía militarizada, es decir, con dinámicas de actuación que le apuestan más a tipos de fuerza que pueden causar fácilmente lesiones o muerte, que a otras formas de interacción entre autoridad y ciudadanía para mantener la paz. Eso mismo, podemos observarlo en muchas de las instituciones policiales de México.

El otro aspecto importante radica en la vinculación entre la masculinidad hegemónica y la militarización. Si observamos con detalle, la visión amplia de la militarización más allá de la participación de militares en algo, nos lleva a definir que la dinámica militarizada es una dinámica masculina que busca resaltar los atributos más violentos de la misma. La fortaleza asociada a fuerza física o predominio de un grupo sobre otro, los ejercicios de poder en los que el más fuerte es el que tiene el control sobre los otros y en donde no se aceptan las diferencias, la prevalencia del sentido heroico asociado al riesgo de la vida por algo superior, son solo algunos ejemplos para abrir boca sobre en donde deberíamos estar poniendo los ojos.

Y entonces, los militares podrán dejar de hacer labores de seguridad pública o cualquier otra actividad directamente, pero si la élite del gremio mantiene influencia sobre la toma de decisiones y el diseño de política pública, no habrá muchos cambios, sobre todo porque no hay registros de que las instituciones armadas en México estén apostando por una transformación cultural que les permita visualizar sus capacidades fuera de la noción de fuerza y poder tradicionales.

Un ejemplo de lo anterior: los militares podrán dejar de realizar directamente labores de seguridad pública pero si los titulares de SEDENA Y SEMAR siguen siendo parte del Consejo Nacional de Seguridad Pública ¿realmente podremos esperar cambios en el diseño de política pública en materia de seguridad? O más allá de eso, los militares podrán dejar de realizar labores de seguridad pública pero si los tomadores de decisiones, sus asesores y analistas siguen considerando que el combate al crimen es una estrategia válida para reducir la violencia ¿cuál es el cambio entonces?

El militarismo, es decir, militares tomando decisiones y asumiendo atribuciones fuera de su esfera profesional – que generalmente se afirma es la de la defensa nacional y la conducción de hostilidades armadas – sobre las instituciones civiles, favorece mucho más la militarización en sentido amplio porque permite remitir todas las soluciones de los problemas a «lo militar», estableciendo el suelo más fértil para que los discursos y acciones que restringen algunos derechos para preservar supuestamente otros florezcan no sólo entre tomadores de decisiones y analistas, sino en la sociedad en general. No por nada las Fuerzas Armadas son las instituciones en las que la sociedad mexicana más confía y no por nada en materia de seguridad y procuración de justicia, las personas prefieren penas como la privación legal de la libertad por largos periodos de tiempo y no se oponen contundentemente a prácticas como la tortura.

Distinguir entre militarismo y militarización puede ser visto como ocioso o demasiado técnico, pero considero que es trascendental, al menos si queremos un Estado mexicano comprometido con los mecanismos que permitan a todas las personas ejercer sus derechos humanos con seguridad y libertad, porque de esta forma podemos, por un lado, trabajar en la inminente necesidad de contar con instituciones civiles y militares profesionales y que rinden cuentas y, por otro lado, apostar por soluciones que involucren cada vez menos armas y violencia.

Sigamos estudiando e investigando sobre esto pues no todo lo que se ha dicho y escrito es suficiente.

Recomendaciones

Ayer se publicó en Animal Político un artículo del Dr. Marcos Pablo Moloeznik titulado «Del Ejército a la Guardia Nacional» que aborda la necesidad de una reforma militar con miras a fortalecer el sistema democrático en México. Uno de los aspectos que destaco, es que lo que sucede en la actualidad con la apuesta de transformación de la 4T a las instituciones militares, es que no se enfoca en la profesionalización sino en la instrumentalización de las instituciones militares ¡vaya error!

Un comentario sobre “IDEAS REVUELTAS SOBRE MILITARIZACIÓN Y MILITARISMO

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  1. Estoy totalmente de acuerdo con lo escrito; Es imposible tener resultados diferentes cuando seguimos aplicando la misma fórmula que no ha funcionado en años anteriores.. y en donde solo a las fuerzas armadas les interesa continuar en el poder a cualquier precio.

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